miércoles, 17 de febrero de 2010

Y donde estan?...

No piensen mal, no estoy haciendo una apología de ese cántico odioso que las barras bravas han puesto de moda en los estadios, nada de eso, el asunto viene a cuento por mi reencuentro con uno de mis mejores amigos (sólo tengo dos), el gran Pedro Emilio, después de 10 años, supe de él y nos hemos lanzado una de esas conversas antológicas de 2 o más horas, creo que nunca las hemos cronometrado pero les aseguro que hemos durado todo un día conversando sobre miles de temas, es una de las cosas que más extraño desde que partió buscando nuevos derroteros.


Nuestras andanzas se remontan al año 1980, justo empezando la década que me marcó para siempre, una de esas marcas fué la amistad que cultivamos durante más de 30 años y los que faltan, la música fué el primer pretexto para compartir una tarde en su casa de allí en adelante se forjó una amistad de hierro que ni la distancia de ningún kilometraje ha logrado erosionar, quizás algo extraña o diferente para los estandares de lo que la mayoría cataloga como amistad, ya que por ejemplo, Pedro E. no es mi padrino de bodas, no es mi compadre, sólo recuerdo vagamente una borrachera compartida hace un montón de años, quizás lo que nos une es el haber compartido una época extraordinaria, la esfervesencia de los adolescentes, ese sentir que éramos los dueños del mundo y que ese mundo estaba esperando por nosotros para curalo.



Sí, para curarlo, corrían los años de la cortina de hierro, la guerra fría, las poderosas dictaduras latinoamericanas, el muro de berlin, la china de mao, reagan y su star wars y en cuanto al acontecer doméstico pues estábamos en pleno contubernio puntofijista, aderezado con una maltrecha guerrilla y una izquierda que no pasaba del 15% en cada votación, y he aquí tal vez el origen del nuestro nexo, yo era lo que llamaban un "ñángara", me decía de izquierda y hasta podría agregarle el remoquete de "revolucionario" si este no estuviese tan desprestigiado actualmente, pero ser de izquierda a los 13 años aparte de no ser la norma, no resultaba indecoroso, ni repulsivo, era si una forma de ser un pendejo con ideas, no faltaba quien te veía como bicho raro, pero los revolucionarios de esa época eran percibidos como gente culta, come flores sí, pero gente leída, informada, pero sobre todas las cosas, gente honesta, honesta con sus principios, con sus ideales, con sus valores.



Del otro lado de la acera estaba Pedro E., un chamo de clase media, sin llegar a ser sifrino, pro yanki, anticomunista, antifidelista, pero bien educado, un comeflor de derecha si cabe el término, y es esta disparidad de orientación política e ideológica, lo que nos hizo más cercanos, en la medida que nos conocimos más, saltaron a relucir más acuerdos que diferencias, nuestras discusiones eran a sangre y fuego, cada uno defendía su posición con pasión, con argumentos, con vehemencia, pero al final la amistad prevalecía, al final queríamos lo mismo, la diferencia era de forma no de fondo, ansiabamos un mundo mejor, una sociedad más justa, pero desarrollada, queríamos equidad y justicia, pero también progreso y prosperidad.



Pasaron muchas cosas, todo cambió y nosotros también por supuesto, ni el ni yo nos quedamos estancados en nuestra forma de pensar, ya no hay muro de berlin, ya no existe la URSS, hay un tipo de tez morena y pelo malo en la casa blanca y no es el mayordomo, y llegaron los revolucionarios al poder en Venezuela, el asunto es ¿y donde están?, donde se perdieron aquellos comeflores?, aquellos que habrían dado su plato de comida, su ropa, su techo con tal de ayudar, donde están?, que les pasó?, se los tragó la revolución?, donde están los pendejos con ideas?, donde están los honestos?.



Pedro salió de este país en los albores de la revolución, pero ya para ese momento a ésta le fallaba una pata, y tanto Pedro E. como yo sabíamos que algo no cuadraba y vaya que tuvimos razón, hace poco supe de Pedro a través del facebook, me llamó y hablamos por horas, como si no hubiese pasado una década, el mundo no es el mismo, el país no es el mismo, como si fuésemos unos superhéroes el mundo hoy más que nunca necesita que lo curen, que lo curen los honestos, los comeflores, los pendejos con ideas, el país necesita que lo reparen, el país necesita que Pedro y Marlon a pesar de sus disímiles origenes, a pesar de pensar distinto, a pesar de que a Marlon le gusta la salsa y a Pedro el rock, el mundo y el país necesita que estos dos se conozcan y se hagan amigos.